Una mañana te levantas. Miras tus pies descalzos y te paras a pensar.
Que hace tiempo que nada importa. Solo quieres ponerte los vaqueros, e ir a desayunar. Lo demás ha perdido su significado. ¿Qué más da? No importa que ya no te hable; lo único que quieres es otra magdalena con chocolate. Da lo mismo que tras de ti solo oigas risitas falsamente disimuladas; lo único que quieres es escuchar esa nueva canción otra vez. Y si al pasar por delante tuyo no te saluda, ni caso; lo único que quieres son esos vaqueros en el escaparate.
Y por una vez entiendes que la tranquilidad no es una playa caribeña con un mojito en la mano; es, llanamente, que las pequeñas mierdas de cada día te resbalen, que no te alteren, y que lo único que consiga acelerarte el corazón sea bueno.
Estar tranquilo es saber que solo lo bueno va a tener hueco en tu vida.
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