Friday, May 31, 2013

Cambio, corto, fin de la transmisión.

Una mañana te levantas y es el fin.
Joder, no el fin literal de las bolas de fuego cayendo del cielo y el mar llegando a Cuenca. Es el final de algo, el final de algo que parece que comenzaste ayer, cuando en realidad ha pasado, ¿cuánto? ¿Un año, dos años, quince?
Siempre ha habido dos clases de finales: aquellos en los que sólo quieres encerrarte lejos del mundo y aquellos en los que quieres demostrarle al mundo que es lo mejor que te podía haber pasado. Un final épico, un final en el que te apetece levantarte y gritar "¡Que os den!", un final en el que aguantas el tipo y por dentro no paras de pensar un por fin.
Y es que hay cosas que están inventadas para acabarse. Los viajes no deberían acabarse. Las clases sí. Los proyectos tienen una meta, los cursos una graduación, y las relaciones... mejor dejamos ese tema.
Que las cosas se acaban, y ni tan mal. Sólo hay una cosa que dura para siempre, y es la vida. El resto tiene que pasar, tiene que acabar, tiene que desaparecer. No creo en las relaciones que empiezan muy temprano y no acaban nunca. Peor: no creo en las relaciones que cuando llevan tres días, un mes, cinco años, cincuenta años, todavía son iguales.
¿Qué clase de gracia tiene eso, vamos a ver? ¿Cuándo evolucionas, cuándo experimentas, cuándo vas a echar de menos? ¿Cómo vas a apreciar algo cuando lo puedes tener siempre?
Retiro lo dicho: todo tiene que acabarse en algún momento u otro. O como mínimo cambiar. No entiendo a esta gente que se pasa tres meses encerrados en el mismo sitio de vacaciones, y los nueve meses restantes se quejan por estar encerrados en el mismo sitio de trabajo. ¡Cambia, joder! Cambia algo, cambia todo, cambia ya. No te encierres, no te conformes, no te delimites.

Thursday, May 30, 2013

Tristeza.

Una mañana te levantas triste. No cansada, no deprimida, no cabreada. Sino con el corazón hundido por la tristeza más pura que existe. Con el corazón hundido por la tristeza más puta que existe.
La tristeza de darte cuenta de que tenías razón. De que nadie cree en ti, de que nadie va a estar ahí cuando les necesites. La tristeza horrible y oscura de que causas decepción, vergüenza, indiferencia. Y todo eso, a quien más quieres.
Porque nos da igual joder a quien no conocemos. Porque a veces hasta nos gusta joder a quien conocemos. Pero el dolor sólo nos lo causa hacer daño a las personas a las que queremos, por el simple hecho de que creemos que nunca nos lo harían ellas a nosotros. 
¿Y si el problema llega cuando las personas a las que quieres te han hecho tanto o más daño de lo que tú les has podido hacer? ¿Y si el problema es que te han abandonado a tu suerte? ¿Y si tu mayor problema es que las personas a las que quieres te están haciendo daño porque creen que es lo mejor para ti?
Pues esa es mi tristeza. Mi tristeza es haber abierto los ojos para ver que, efectivamente, me han dejado muy sola. Me llaman egoísta, me llaman caprichosa, me llaman y me llaman hasta que me hunden en la mierda. 
"No te preocupes por lo que digan los demás". ¿Y si los que me dicen las peores cosas son aquellos a los que siempre te han dicho que escuches?
"Confía en lo que vales". ¿Y si los que me dicen eso son los que día tras día me hacen sentir que no valgo nada?
Mi tristeza es mi mayor debilidad. Estoy triste porque confío en la gente, porque les doy lo que soy. Y es que es algo que no puedo dejar de hacer, no puedo dejar de confiar ni de creer, ni de entregarme, ni de intentarlo. 

Wednesday, May 29, 2013

Los buenos.

Una mañana te levantas sabiendo que es verdad. Que sí que existen buenas personas.
Por desgracia, no somos conscientes hasta que no llega un mal momento, un momento terrible, de estos que te comen los nervios y te marcan las ojeras a fuego. No puedes saberlo hasta que una noche revientas y son ellos los que se quedan a ver cómo te desmoronas.
Porque necesitas a alguien ahí. Alguien que no pregunte, y a alguien que pregunte siempre. Necesitas al cabezón de turno que no te deja hasta que se lo cuentas y te rompes, y a quien se sienta a tu lado sin mediar palabra sólo para estar contigo. Necesitas a la gente, aunque no quieras, aunque sea en vano. Y lo bueno es que a veces, los encuentras. 
Encuentras que el hombre perfecto de verdad existe, y que las frases estúpidas de Tuiter sí que levantan el ánimo. Encuentras que existen razones de sobra para hacer las cosas que nunca te has atrevido a hacer. Y esas razones suelen tener nombre y apellidos. 
Porque donde quiera que busques, al final encontrarás. Si necesitas apoyo, lo tendrás, y si necesitas gritar, también podrás. Si buscas compañía, o si buscas estar sola, o si buscas bailar o si buscas llorar. Busca, que al final encuentras, que todos llevamos a una pequeña madre en nuestro interior que nos dice "¿A que voy yo y lo encuentro?". No dejes nunca de buscar porque es entonces cuando no encontrarás. 
Porque lo de que cuando dejas de buscar, encuentras, es la metida más gorda de la historia de la humanidad. Cuando de verdad crees que aparecerá, cuando menos esperas lo que tanto esperas, es en ese instante cuando te llevas la sorpresa y todo vuelve a fluir.
Existen las buenas personas, claro que sí. Pero, por desgracia, las buenas personas son las más fáciles de perder.