Una mañana. Un sueño. Un escalofrío.
Más cerca de lo habitual. Menos fríos que de costumbre.
Los centímetros pierden su significado cuando ya no existen. Que a esta distancia es más fácil notar tu calor agobiante, el aliento que se escapa de entre los huequitos de tu sonrisa.
Y que los ratos pasan volando, y que los segundos no cuentas. Que cualquier risa tonta es más que todo. Que lo disfruto, que los ratos a tu lado están más llenos, que no sabes las ganas que tengo de morderte, de besarte, de hacerte reír. Que no sabes las ganas que te tengo.
Los días, las semanas, los meses, que llevo queriendo decirte que eres todo. Que eso son ganas de levantarme, de arreglarme, que me la suda si me ignoras, que en mi mente sigues haciéndome caso incluso cuando te largas, incluso cuando no estás. Que cada cosa que haces por joder, en realidad la haces por picarme, por hacer que piense aún más en ti. Que todo lleva intención. Que todo es algo, y es más que nada.
Que tengo unas ganas que no me aguanto de pillarte por banda y decirte todo esto. Decirte que le pones luz a las cosas.
Que joder qué ganas que te tengo.
Que joder qué escalofríos me provocas.
Que joder ojalá estuvieras menos en mis sueños y más en mi cama.
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