Una mañana encuentras una explicación.
No hay nada normal dentro de ti. Tu corazón está a la derecha en tu pecho y los pensamientos pasan antes por el estómago que por la cabeza. No miras hacia delante, sino hacia los lados. Hueles cosas que no están. Sientes un frío que no hace.
A la gente le gusta recrearse en la idea de que son normales. ¡Já! Llámame alternativa. Soy la respuesta a una pregunta que nadie ha formulado, soy el anochecer de un día que nadie quiere que acabe, soy el chiste del que nadie se ríe.
Soy la anormalidad, soy la excepción que confirma la regla. Mi sangre es de Tabasco y mi corazón de azúcar piedra. Mis pensamientos escuecen y mis palabras son el Betadine con que curarlos. Mi cabeza está más desordenada que mi armario, y eso son palabras mayores.
No tengo conciencia, sólo tengo nervios. Ataques de ansiedad rutinarios, falta de sueño crónica, antojos de azúcar insatisfechos y anemia del alma. Vivo con una aguja entre las manos, ojeras, un guión y muchos arrebatos de gilipollez. Tengo mil remedios y ninguno de ellos funciona. Tengo mil personas alrededor pero ninguna de ellas a menos de mil kilómetros. Soy el Sol, pero quemo. Soy el lado oscuro de la Luna. Soy lo peor.