Una mañana te levantas con el peso de los secretos colgando del cuello.
Son tus propios secretos, que te avergüenzan y te dan rabia, que te hacen sentir idiota perdida, que no sabes muy bien por qué siempre te acaba pasando lo mismo. Son tus secretos, que ni a tu mejor amiga cuentas, por miedo a que ella piense, como tú, que eres tonta.
Son tus secretos, tanto tiempo dentro, tanto tiempo ocultos, por miedo a que se vuelvan contra ti, pero también con miedo a que se queden dentro, a no poder compartir tu carga con nadie.
Son tus secretos, que deseas levantarte en medio de la clase y gritarlos, que te frenas justo a tiempo, que te muerdes la lengua para no acabar por decírselos al menos indicado.
Son tus secretos, que son más difíciles de guardar que los de los demás.
Son tus secretos, que acabas susurrando en la almohada, o dejándolo caer cuando no viene a cuento.
Porque no puedes más, porque son enormes y necesitas que te digan que no, que no es para tanto, y que saldrás adelante.
Los guardamos por miedo a las falsas esperanzas que puedan darnos.
No comments:
Post a Comment