Una mañana te levantas solo para darte cuenta de lo equivocada que estabas. Que nunca has llegado a estar tan sola como te pensabas, que siempre quedaba ese poquito de luz en forma de bolsa de gominolas. Que,
mientras tengas ese numero en tu agenda, ese salvavidas de nueve dígitos, y puedas llamarla para que te aguante un rato,
nada de lo que te pase es para tanto.
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