Una mañana te despiertas sintiéndote una sombra. Un reflejo de los deseos de nadie, un suspiro inacabado, una espera eterna en ningún lugar. No le encuentras sentido a nada. No te encuentras.
No saber quien eres. No saber que quieres. No saber por que quieres lo que quieres. No saber por que no le quieres.
¿Se llama estupidez, se llama tener 16 años? ¿Se llama temer lo apropiado, desear lo imposible?
Se llama deseos de autodestrucción. Se llama llevarte al limite, hasta donde no puedes mas, hasta donde la mascara se cae y quedas tu, sin mas. Pero tu no existes, ya no eres.
Se llama sentir que tu piel te queda pequeña. Que tus sentimientos te quedan grandes. Que son demasiados, y ninguno tiene sentido. Se llama mirarte en una foto y no saber quien es la desconocida que te devuelve la sonrisa.
Se llama no saber ser feliz, tener miedo de la luz que acecha, esconderse entre las sombras de las cortinas, como de pequeño. No es tu hermano quien te busca, es la serenidad, esa desconocida, que te abandono a tu suerte y te dejo ahí, sin ti, sin nadie a quien recurrir. Te busca la esperanza, que te azota como un látigo, que la rechazas sistemáticamente porque creías que estaba muerta, y no te gusta tratar con zombies.
¿Sabes como se llama? Se llama quererle a el, y que su nombre no coincida con el que te manda mensajes cada día. Se llama haberte equivocado.
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