Una mañana te levantas para actuar. Pero no como de normal, no para revestirte de esa incomoda coraza, que pica y deseas arrancarte. No, ahora va en serio.
Porque, reconozcamoslo, a todos nos gusta ser quienes no somos. A veces, nos apetece olvidarnos de nuestro nombre y apellidos, y ser, un ratito, el malo, el fuerte, la tonta o el pagafantas. Asumimos los problemas de otros, lloramos por las desgracias de otros, nos reimos a carcajadas por la felicidad de otros. Otros que ni siquiera existen.
Y, al acabar, nos sentimos un poquito mejor en nuestra propia piel. Ser otro de vez en cuando mola, pero cuando vuelves a ser tu, te quieres un poquito mas.
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